jueves, 11 de septiembre de 2014

Reconstrucción y transformación, como proceso de eclosión


Reconstrucción y transformación, como proceso de eclosión
 
 Técnica pictórica: Acuarela (Básica)
Genero pictórico: Alegoría – Pintura contemporánea.

“El pensar no es la erudición: el pensar es el poder que tiene el hombre de preguntarse acerca de la totalidad de lo real”
– JP Feimann. (La filosofía y el barro de la historia). 

- Iconografía: Representación de la historia de la filosofía, como muestra implícita de los componentes fundamentales y propuestas de las etapas histórico-filosóficas.

Obra de formato rectangular. Composición en base, en un primer plano, de naturaleza viva de la cual nace la silueta de un ser humano; y en la parte superior despliegue de elementos variados, cada uno con una significación simbólica para momentos precisos de la filosofía.

En la parte inferior, yace una flor de loto sobre una superficie acuática más bien de carácter lodoso; estas flores son las únicas que pueden sobrevivir y continuar desarrollándose en ambientes como el ya mencionado. El agua tipo fango que acoge la planta está asociada con los apegos y deseos carnales a los que, irremediablemente, estamos expuestos, lo cual es tanto una crítica como un contraste con los presupuestos de toda la historia de la filosofía: unos mostrando como el mundo exterior simplemente alejaba al ser de alcanzar las ideas o la conquista de su propio pensamiento, como lo determinan los idealistas o los racionalistas; mientras que otros lo consideran más como que la satisfacción de esos apetitos materiales proporcionaban el verdadero conocimiento, concretamente como los vitalistas o empiristas. Ahora, la inmaculada flor que nace figura la promesa filosófica de la pureza y la ascendencia espiritual, puntualmente la pureza tanto de cuerpo como de alma. Estas plantas tienen una variedad de colores, por lo tanto, en específico la flor de loto rosa y blanco, es afiliada con las divinidades y seres sagrados, mostrando así al hombre como sujeto central de la filosofía. La flor está en una transición, pues no está abierta totalmente, encarnando la apertura al universo; ni cerrada en capullo, personificando las inmensas posibilidades del hombre al salir de su refugio. El contorno de la persona, tiene dentro otra especie de ser de color azul. Este tono representa, entre tantas cosas, la verdad y la armonía, características esenciales para este ser destinado a la pureza, la alcance. La flor en relación a la silueta humana que emerge de ella alude a la evolución del alma humana, que en ocasiones está en profundidades fangosas por la degradación de la persona ostentada en un mundo de infinitas vanidades, pero que brota en busca de la luz, en este caso la guía que ofrece la filosofía, levantándose del agua turbia y convirtiéndose en una bella flor. Muestra como el hombre viaja del materialismo, a través de la experiencia para ascender, o en palabras de Hegel “ascender a la generalidad”.

En la parte superior de la composición hay todo un desenvolvimiento de diferentes elementos, aparentemente sin sentido alguno por la relación con la filosofía, pero con un valor simbólico valioso. Es perceptible que el desarrollo de cada grafico particular nace de dos puntos: uno, la leve abertura en la cabeza de la silueta humana, y el otro, dos leves espirales que conectan las manos con el despliegue; este último representa el vasto pensamiento humano, que está dado tanto por la razón como por lo sensible (seleccionando las manos como delegado de todos los entes que nos hacen seres sensibles). Se hace también referencia al dualismo de la filosofía que, probablemente seguirá extendiendo a la par de esta con respecto a las fuentes de conocer. Hay una línea de color plata/gris alrededor tanto de la silueta humana como de la nube representativa del pensamiento de este ser, es precisamente de tal color pues simula la estabilidad y la paz, que está en contraste con la armonía (el color azul) del alma. Además, es importante resaltar que tiene forma de espiral, pues hace énfasis al desenvolvimiento del espirito absoluto que menciona Hegel, lo cual conlleva al ascenso, como ya se mencionó; incluso en el espacio propiamente donde se encuentran los pequeños detalles hay una que otra espiral. El fondo de esta área es de un color verde muy tenue, en representación del constante crecimiento del pensamiento, como una planta tiene su origen pero con luz y los minerales necesarios, no parará de crecer y dar frutos. Resulta una buena analogía, pues del mismo modo funciona nuestro conocimiento, precisa de la luz de la filosofía y del mundo como expresión de experiencias y observación para lograr crecer.

Propiamente con los gráficos: de izquierda a derecha encontramos una gota de agua, hace referencia a la primera etapa de la filosofía en la que existía la pregunta por el origen; esta gota no solo referencia a la teoría de Tales, sino que engloba las demás propuestas de cada uno de los pensadores presocráticos. En la parte inferior de la gota, vemos una cruz, obviamente como mención a la etapa medieval, en la que la fe tuvo mucho más alcance que la misma filosofía. Al lado izquierdo de esta, hay una pieza de rompecabezas, la cual tiene contraste con otra en la parte derecha de la obra, ambas simbolizan el encaje o el complemento de, no solo cada una de las etapas histórico-filosóficas, sino también la unión de la filosofía con la vida humana. A su costado inferior, hay un par de manos, que como ya se mencionó, fueron seleccionadas como la representación de lo sensible. En la parte superior de ellas, nos encontramos con el número 7, en muestra, no solo de la presencia permanente de un ser o ente superior o perfecto, en cada una de las etapas filosóficas, sino como contraste de la reformación de la vida humana dada por la filosofía (explicación de la flor de loto). Arriba observamos un reloj muy particular, la representación física de este, es que el tiempo filosófico no es cíclico, ni lineal, ni ninguna otra clase de variable, el tiempo no es más que una idea de eternidad y temporalidad, en la que se acontece y hay movimiento, es por esto la teoría que plantea Heidegger de la relación espacio-tiempo en función de la filosofía. Debajo de este, hay un escrito en chino, el cual significa “razón”. La razón es, indudablemente, un concepto fundamental en toda la historia de la filosofía: la pregunta por el logos, la disputa entre la iglesia y la filosofía, el problema de la verdad renacentista, incluso hoy, la razón ha marcado pauta para cada una de las propuestas filosóficas que nacieron y nacen; por otro lado, está en chino, haciendo referencia y contraposición con la filosofía oriental, en la que la “nada”, por su parte, es la mismísima razón. Al lado derecho del escrito, nos encontramos con el ying yang, un signo de interrogación y una tuerca; el primero demuestra el dualismo presente en todas las cuestiones filosóficas de cualquier etapa: en la antigua con el mytos y el logos, en la medieval con la fe y la razón, en la moderna con la verdad y la experiencia, en la contemporánea con el sujeto, la conciencia y la razón. Por su parte, el signo de interrogación, apunta obviamente a la pregunta, la cual siempre ha movilizado los procesos de pensamiento y no solo en la filosofía, esto en consonancia con la tuerca, como instrumento de mecanización y movimiento (en este caso del pensamiento), me refiero a que, por ejemplo, Descartes nunca hubiese podido plantear su teoría racionalista, si no se hubiese preguntado por la verdad, o los presocráticos no hubiesen planteado los distintos entes de origen, si no se hubiesen preguntado por el cosmos. Y por último, en la parte inferior encontramos un búho, como símbolo universal de la sabiduría, ente central de la filosofía.

Julissa Rodriguez <3 11B

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